En la evidencia de la vida cotidiana,
aquella material y natural que nos cobija desde que damos la primera bocanada
de aire, sufrimos de un engaño, pues ante la veracidad del dolor y del placer,
del sentir principalmente por lo que vemos, tenemos una cierta distorsión de la
verdadera profundidad de los hechos, pero como todo la integridad biológica del
universo en su evolución, la madurez que obtenemos con la experiencia nos
permite utilizar todos nuestros sentidos: aprendemos a tocar, a oír , a
escuchar; es decir a apreciar nuevas perspectivas.
Cuando consideramos
este fenómeno dentro de la colectividad, podemos pues evaluar, dentro
de su estructura de unidades biológicas, que la sociedad
misma también se comporta como un súper organismo, visiones
que han sido debatidas desde las diversas escuelas sociológicas -principalmente
desde el funcionalismo-, y es aquel pensamiento abstracto, el de la observación
de la vida misma, lo que ha forjado etapas enteras del desarrollo humano, así
por ejemplo -incluso algo irónico-, en la edad media donde el hombre
supuestamente seguía a cabalidad los mandamientos divinos y era más entregado
en su fervor a Dios, fue más cruel, y quizás por ese carácter de vivir en el
cielo, mas inhumano y desquiciado, pues afirmar que la tierra giraba alrededor
del sol era motivo suficiente para morir dentro de una olla de agua hirviendo.
Son estas visiones las que también han
acompañado a la ciencia, desde la perspectiva de que ella misma es la interpretación
del mundo, este texto nos confirma que la apreciación de cualquier concepto
tiene sus aristas y por supuesto que el método con el que se quiere observar es
fundamental ante el objetivo de buscar un resultado.
Dentro de nuestro campo, el de las
ciencias sociales, no solo nos permite poner en duda aquella perspectiva
inicial de la sociología donde se buscaban formulas mágicas, leyes concretas, síntomas
y medicinas ante problemas que por la complejidad del pensamiento
humano y de la colectividad eran imposibles de prever, sin embargo si observamos en la
actualidad los diversos métodos del campo, desde su teoría hasta la práctica,
han tenido una importante evolución en especial en la composición de lo
cuantitativo y lo cualitativo.
“La carta robada” nos invita pues a
reflexionar acerca de la importancia de hacer una conjunción de técnicas y métodos
que nos lleve a apreciar –desde nuestra visión
como profesionales- los problemas de la sociedad de una manera más profunda y
que además nos permita crecer como seres humanos.
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